miércoles, julio 29, 2009

Creatividad y arcoiris.

Ayer, durante una clase a la que asisto diariamente mi rostro se descompuso y mis manos se crisparon cuando mi profesor exclamó, ajeno por completo al caos apocalíptico que desataría, la siguiente frase: "Aqui lo único que se necesita es creatividad".

Creatividad. Creatividad. Un eco macabro sonó repetitivamente en mi cerebro. Inmediatamente me sentí indefensa, sentí escalofríos y la necesidad de escapar por la puerta entornada.
Un momento... Hasta la fecha no ha sucedido algún hecho concreto que demuestre mi falta de cretividad.¿Por qué cuándo escucho dicha palabra siento que piden que les traduzca La Guerra y La Paz a chino mandarín? Me siento por completo incapaz. ¿Creatividad yo? Ajá.

Todo se lo debo a mis lejanos años en el kinder.

Durante el jardín de niños fui condenada y señalada por dibujar arcoiris. Felizmente me ponía a dibujar puros arcoiris con mis colores Crayola mientras mis compañeros dibujaban monstruos, dragones y demás cosas que un infante es capaz de dibujar.

Mis maestras lloriqueaban con mi madre y me acusaban de tener poca imaginación y de ser una escuincla con el cerebro seco.

La letanía que escuché durante meses: "Su hija NO tiene imaginación"

¿¿¡¡ Y si me gustaban excesivamente los arcoiris, tanto que adoraba dibujarlos y me hacía feliz !!??

¿¿¡¡ Y si nada más me daba flojera ponerme a dibujar personas o perros pudiendo aprovechar mis valiosos y breves minutos infantiles jugando con mis figuritas de los Power Rangers o pintando con crayones mi librote de la Barbie en vez de desgastarme haciendo dibujos más "creativos" y elaborados para complacer a un par de maestras malencaradas??!!

Ellos no sabían la razón, tal vez no yo misma la sabía. Pero qué importa. La niña no tiene imaginación. Punto.

Ninguna de esas personas pensó que esa "inocente" afirmación quedaría grabada en mi inconsciente provocando una respuesta automática de inseguridad cuando se requiere imaginación. El chip que me instalaron actúa y escucho un susurro que me recuerda que no tengo la capacidad de crear algo más que un insulso arcoiris.

Esto me lleva más allá: Ok, estoy consciente de ese hecho, pero ¿Cuántas cosas que sucedieron en nuestra infancia y de las cuales no tenemos ni la más remota idea habrán marcado nuestra personalidad o condicionen ciertas actitudes que tenemos diariamente?

Temores, inseguridades, patrones que repetimos sin saber el origen. Todo puede estar en un evento aparentemente instrascendente.

Regresé de los flashbacks. Era hora de empezar. Me acerqué a mi computadora y con las manos trémulas empecé a realizar el ejercicio. Mi pulso de maraquero no ayudó para hacer las selecciones en Photoshop. Miré de reojo los monitores de mis compañeros y descubrí, aterrada, que la mayoría iban adelantados. Oh-oh. Entré en pánico. Me bloqueé y empecé a modificar y a pegar objetos sin sentido. Simplemenente no sabía qué hacer Creaba una imagen visualmente horrenda, en vez de mejorarla la empeoraba. Y no sabía como remediarlo. Y el tiempo corría con velocidad inusual. Y todo se hacía difuso. Oh-oh.

Fin de la clase. Me sentía tan frustrada que quería echarme a llorar desconsoladamente. Tenía un nudo en la garganta. Salí del aula y caminé unas cuadras acompañada por pensamientos que empeoraban mi estado. Decenas de lágrimas se acumulaban en mis ojos, pero me contuve. No iba a llorar en plena calle, por Dios. La gente se te queda viendo como si de repente te hubiera salido un tercer ojo o tuvieras una swastica gigantesca estampada en la frente. Te miran como si jamás en sus malditas vidas hubieran visto a alguien llorar.

Me fui a un Sanborns a ver revistas para relajarme.

Cuando llegué a casa, en vez de desplomarme sobre mi cama con una caja de kleenex a llorar a mares, directamente encendí mi laptop y me puse a practicar. No sabía ni qué haría, ni cómo ni para qué. Estaba en trance. Conseguí fotos, recorté, pegué, texturicé y poco a poco le di forma a una imagen. Estuve toda la tarde absorta en la computadora.

Al día siguiente me levanté y me fui muy digna a mi clase, con la frente en alto y oyendo música tipo únete-a-los-optimistas durante el trayecto. No iba a darme por vencida, no señor.

Al llegar le enseñé mi trabajo al profe y le agradó. Tal vez sea cuestión de practicar, y claro, no desesperarse.

Con un bosque, y unos cuantos elementos se pueden hacer lindas cosas... ¡Ah, sí!Los arcoiris nunca pueden faltar...

:P

martes, julio 07, 2009

Veraneando

El primer día mientras nos dirgíamos al hotel pasamos primero a dejar a unos gringillos que se hospedaban en un hotel que estaba antes que el nuestro. Entramos al complejo Mayakoba y vi puros soldados con rostros alertas. Uno de ellos de acercó al conductor de la camioneta y le pidió que nos bajáramos. Todos con cara de WTF? descendimos de la camioneta esperando que un tiroteo siniestro comenzara. Un par de soldados registraron el equipaje, nos vieron feo y se retiraron. "Es por Felipe" dijo uno de ellos. ¿Felipe? ¿Felipe Calderón? ¿Acaso no debía estar trabajando de sol a sombra? Días después me enteré que sí, efectivamente, se trataba de ese Felipe. El señorito se hospeda en uno de mejores hoteles de la Riviera Maya y se broncea y descansa;luego partió al Moon Palace. Ahí nada más.

Por alguna extraña razón de mi desequilibrada mente días antes me encontraba con un humor anti-vacaciones (raro, muy raro. Yo soy la primera en ponerme en snorkel y querer partir a la brevedad posible) pero ese humor mejoró al segundo día.

En la kilométrica alberca me encontré a un ser con un escalofriante parecido a "alguien" cuya presencia me altera. Sumergí la cabeza dejando sólo los ojos en la superficie y sigilosamente nadé hacia donde se encontraba. Eran muy similares...
Lo curioso es que justo ese día era el cumpleaños de ÉL. Fantástico: huyo de aqui para olvidarme del mundo entero (particularmente de ÉL) y, bravo: me encuentro a su clon a cientos de kilométros de distancia chapoteando en una alberca y sumergiendo sus chinitos. Bravo. Me perturbó y mi subconsciente hizo lo suyo: a pesar de que evidentemente NO era ÉL me lo quedaba viendo, mis ojos lo buscaban automaticamente.

Querido lector, note el terror en su mirada

El clon huyó del otro lado de la alberca (tal vez se percató de la acosadora paliducha que le clavaba los ojos).
Al día siguiente me lo encontré en el desayuno y me azoré tanto que no me di cuenta de que bañé copiosamente mis hotcakes con suficiente miel maple para que me diera un coma diabético.

Aunque me negaba a salir del hotel (por amor de Dios, ¿para qué? Hay nachos, piñas coladas y una alberca kilométrica ¿qué más quieren?) terminé yendo a Playa del Carmen. Cuando oscurecía vi un local de JellyFish Lamps y aunque lo he visto un montón de veces (ese lugar ya lo conozco como la palma de mi mano) le dije a mi amá que fuéramos. Santo Cielo, OH DIOS SANTO. El vendedor era otro clon, pero esta vez del guitarrista de una banda de la cual era yo una friki fan hace un par de años. Ese guitarrista era mi amor platónico y también tenía en algún rincón de mi desequilibrada mente el plan macabro de ligármelo algún día. El vendedor de las lamparitas era como la versión mejorada de él; en serio, era impactante.

Nos dio una cátedra sobre la elaboración de dichas lamparitas, y yo con ojos de alien y la mandíbula abierta lo observaba. "Regresamos mañana" le dijo mi madre. "Ah, sí claro, pero vengan en la noche para que las vean encendidas" y ¡zaaz! que le guiña un ojo coquetamente ¡le guiñó un ojo!

Oh, clon del guitarrista te compro TODAS las lamparitas.TODAS.

No dije ni una maldita palabra. Me alejé y hasta que estuve lo suficientemente lejos me cayó el veinte: ÉSE era el momento. Pero el momento se fue y seguro no lo volvería a ver jamás. En otras circunstancias tal vez le hubiera platicado sandeces hasta sacarle el mail o algo. Pero, por Dios, iba con mi madre.
Más tarde "bromeando" le dije a mi madre que si de verdad regresaríamos... " Ya no ¿Para qué? ¡Ah! ¿Por la lámpara? Por la mañana mientras corría pasé por las tienditas del hotel y vi que venden unas iguales y al mismo precio. Si quieres vamos."

Argh. Argh. No madre, lo que menos quiero es la lámpara...

La víspera de nuestra partida estábamos cenando plácidamente cuando un mesero se acercó a charlar y empezó a lanzar indirectas que luego se convirtieron un directas y le decía a mi mamá "suegra" y me pidió mi "hotmail" (AJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA)

Mesero: Y estem... este... tienes hotmail?

Yo: (WTF?) Eeemmm... NO.

Mesero: Yahoo?

Yo: NO. Cof, cof... no me gustan esas cosas, no me llaman la atención (jajaja)

Una señorita le gritó que atendiera sabrá Dios qué cosas (llevaba horas pegado en nuestra mesa parlotenado y tirándome la onda) y entonces una luz celestial iluminó la puerta de salida y aproveché para huir como alma que lleva el diablo.

Caché con la boca un pedazo de brócoli que un chef me lanzó en un show del restaurant japonés, terminé jugando volleyball en la alberca con unos coreanos que no hablaban inglés. Los moscos me devoraron, en la noche era cuando los piquetes me daban mucha más comezón,tanta que me impedía dormir; me quedé viendo girar las aspas del ventilador que parecían ser las alas de un insecto enorme en medio de la oscuridad mientras comía un Bocadín y creía enloquecer por la tremenda comezón.
Me convertí en la salvadora de una lagartija que nadaba en un intento desesperado por cruzar al otro lado, cavilé durante horas junto a la playa cómo regresar a Playa del Carmen para volver a ver al vendedor sexy de JellyFish Lamps; engullí cantidades dinosáuricas de snaks y piñas coladas, nadé con los pececitos, descubrí por milésima vez que no me gusta el alcohol y, sin duda, lo mejor fue caminar junto al mar todas las tardes y ver los atardeceres. Nice.




Fotos coming soon.
 
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