No lo sé, querido. Será que soy muy joven aún para tener certeza alguna.
Me baso en lo que siento, en la sacudida interior que ocurre cuando recuerdo…
Me jacto de tener una teoría, lo grito a los cuatro vientos, segura y convencida; tengo una prueba, señores, pero la encuentran abriendo mis entrañas, entren a mi ser y podrán ser espectadores del sentimiento que he apuñalado incontables veces, y que revive como zombie sediento e implacable; un sentimiento muerto viviente que reaparece con mayor ímpetu y verdad.
Y acá estoy, una tarde lluviosa dilucidando acontecimientos y pensamientos que pasan como relámpagos ensordecedores que terminan cayendo en algún rincón de mi mente. Y me dejan aturdida, mi realidad se torna brumosa y difusa y la tarde nublada contribuye a delinear la escena sombría, víspera de Octubre.
Y sí, las horas han pasado ─ con una rapidez mortal y desconcertante ─ y personas, ilusiones y alegría han circulado por aquí dejando su parte de historia, y al desprender una hoja más del calendario me encuentro con que ya ha pasado casi un año desde que nos encontramos… o reencontramos, sea cual sea el caso.
La oscuridad de la tarde pre- otoñal me lo susurra, la iluminación sombría del crepúsculo atrae recuerdos extraviados, o en todo caso, recuerdos censurados por salud mental: Todo está intacto.
El año se acerca a su fin, y el lazo que contenía toda esa serie de recuerdos relaja su presión y salen disparados para confirmar que prevalecen a pesar de todo.
¿Cuál es el paso a seguir? Se me vienen un sinfín de ideas mientras le doy un sorbo a mi café humeante, escuchando la lluvia golpear la ventana.
“Tal vez…” . “No, mejor no”
Cada opción es analizada y me reprendo por haber abierto la caja de Pandora nuevamente. Sus fantasmas bailotean por la habitación al ritmo de música suave que refuerza el dramatismo y proyectan sin reparo ni prudencia los clips sucintos de escenas bizarras que jamás debieron ocurrir. Jamás. ¿No?
Y sí, podríamos fingir que nunca pasó, que nunca terminamos sentados en una banquita hablando de “Marichuy”, del tirano maligno y monstruoso del Sr. Hughes, de lobos, de la cabeza de león de la casa enorme y de las novelas que ve tu abuela. Podríamos. O no.
No me agrada dejarle esas cosas al destino, podría cruzarme de brazos y respetar la promesa. Mi mente (siempre objetiva) apoya mi teoría encajando pedazos de sucesos convenciéndome de que tienen relieves perfectos, que fueron (son) necesarios para darle forma y un desenlace perfecto al rompecabezas. Y al final, lo descubriré con asombro y mis ojos se llenarán de lágrimas al hacer una retrospección y contemplar que cada evento tuvo sentido. Final feliz, de esos novelescos.
Podría, podría, podría.
Bah, esta tarde no quiero pensar en nada. Prefiero continuar con mi lectura mientras escucho llover.
1 comentarios:
di rt a una frase que me gustó sin reparar en el autor de tal, luego diste gracias por el rt y me dijiste que la frase era tuya, así que comencé a buscar mas de tus letras y encontré tu blog y este texto...
Al abrir la pagina comenzó un tema de piano que sirvió de perfecto fondo para mi lectura, he de confesar que lo hice en voz alta para disfrutarlo mas...
Estoy encantado de poder leer algo sin falsas pretensiones, bello, que fluye y da la vuelta y culmina como el tema del piano, como un pajarito que en una tarde nublada y humeda alza el vuelo y revolotea un poco por los alrededores para posarse casi donde inició su camino, así, suavecito
gracias =)
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Una locura más por Palita de Pan