viernes, septiembre 04, 2009

Sueños.

El cotidiano paisaje, el día, la calle. Todo normal. Un vecino aparece y rodea mis hombros con su brazo mientras lanza carcajadas socarronas . Entonces él aparece. El exterior se vuelve difuso, desaparece, escucho su invitación y acepto sonriendo.

Tacones, vestimenta rara. Tengo que correr porque se hace tarde. El día se ha nublado.

Sigo corriendo. Llego a una iglesia... un funeral. Gente en el exterior, un féretro en medio de la turba. Alzo mi cabeza y alcanzo a ver una playera blanca y un cuerpo. Es su playera... Ha muerto. Me alejo y él aparece durante un segundo; fugaz, rutilante, transparente; visible para mí, únicamente. Desaparece. Y me doy cuenta que no está más, que nunca volverá. Nunca. Tristeza desesperante, siento dolor real por la pérdida. No puedo soportalo.

Cambio de personaje. Escenifico a un espectador que siente pena y aflicción, mas no el mismo dolor que el yo principal.

Y ella (mi segundo personaje) ha sido la elegida.

Él quiere comunicarse con ella. Tira papeles, deja notas, se manifiesta por medio de objetos. Quiere comunicarle que está ahí, que me lo haga saber: siempre estará ahí.

Lo siento... no puedo verlo pero lo siento. Está en la misma habitación que yo, él está ahí... Dios, pero no puedo escucharlo ni sentirlo, ni verlo... ¡Estamos en un mismo sitio y no puedo! Un ser étereo y un mortal. ¿De qué sirve? No puedo platicarle no tomarlo de la mano. Qué desesperación. No veré sus ojos más que en una fotografía. No charlaremos, no escucharé su voz.

Nunca.

Nunca.

Abro los ojos. Me encuentro aturdida y con un nudo en la garganta. Me doy cuenta que no hay habitación ni iglesia ni nada. Estoy en mi cama, no sé qué día es ni tengo recuerdos recientes. He despertado pero conservo las sensaciones intensas. El dolor desesperante me ha perseguido hasta la realidad. Siento ganas de llorar, en medio del silencio de la noche proyecto las imágenes oníricas. De haber permanecido un segundo más dormida hubiera despertado con lágrimas rodando por mi almohada.
Me incorporo para despejarme, camino en medio de la oscuridad hacia la ventana y me doy cuenta que falta muy poco para que amanecezca, algunas ventanas lucen iluminadas.
Un nuevo día ha comenzado.

4 comentarios:

Pedritu dijo...

jajajajaa,
hace falta un analista para saber lo que quiere decir?

Palita de Pan dijo...

Emhhh... en realidad sí, Pedrituuu. No es el "ÉL" que tú piensas...
Es uno de los sueños más reales e inquietates que he tenido...

Michel dijo...

Magnífico post. Aplausos de pie.

Palita de Pan adentra a los lectores en su mundo onírico. Esta entrada es bella, psicodélica, extraña, nostálgica, llena de esperanza y de realidad. Abundante en sentimientos y en sensaciones. Su mensaje es tan lógico o ilógico como los sueños mismos.

¿Qué mejor manera de sublimar una pesadilla que convertirla en un sueño que todos los lectores pueden experimentar despiertos?

Las cosas no son lo que parecen en el mundo de los sueños y tampoco en PalitadePanlandia. :o)

Gustav dijo...

Muuuuuy buen post!!

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Una locura más por Palita de Pan

 
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